martes, 16 de febrero de 2010

DE DÓNDE VIENE ESTE SILENCIO

Avanza la tarde y me pregunto de dónde viene este silencio pesado que no me deja hacer nada y que no sé si llamar pena. ¿Qué busco en mi infancia que no paro de acudir a ella a todas horas del día? ¿Por qué me veo en aquel patio del colegio jugando al fútbol mientras espero al autobús que me lleve a casa? ¿Por qué indago en facebook y en google dónde están mis compañeros del colegio, cómo serán sus caras hoy, 30 años después, y qué habrá sido de sus vidas? Encuentro a algunos de ellos por internet, hay noticias de sus trabajos, de sus publicaciones... hay también fotos y algún video. Hoy he tenido ganas de reunirme con ellos y contrastar cómo nos fue la vida en este tiempo. Hoy he querido volver a ser un niño, hacer los deberes, coger la merienda, ver los dibujos animados y meterme en la cama soñando que mañana no hubiera que ir al colegio.

RAFAEL PLAZA

sábado, 13 de febrero de 2010

LA MODA Y LA ROPA

Me pide el editor que cambie un poco el estilo de mis notas. "Tus artículos son monotemáticos y apenas interesan a la gente", "manifiestan una obsesión por la política que no comparten los demás". Yo lo niego y hasta discuto con él, el editor es el jefe y me joden sus comentarios, para él lo importante es que uno cumpla con la rutina del artículo semanal y que el periódico siga incrementando sus ventas hasta que alcancemos a El País, su gran rival.

- ¿y de qué quieres que hable?, la política es un tema común entre la gente de la calle, en las radios y en la tele; todos opinamos de todo aunque no sepamos de nada, todos votamos; la crisis, los parados ¿acaso no son motivos suficientes para escribir?

- Pues no, me aburren y quiero que hables de temas normales, no sé, de ropa por ejemplo; me insiste.

¿De ropa? De ropa pienso unos minutos y me vienen dos ideas.

La primera es que Alexander Mc Queen ha muerto, no oculto que es ahora cuando me entero de que era el diseñador de Gucci, ¡de Gucci! Hace años hacía chistes acerca de la gente que llevaba ropa o complementos de Gucci o de Puchuchi. Tenía un amigo en la pandilla de entonces al que puse de apodo "la Puchuchi" porque no le faltaba detalle en su disfraz de cada fin de semana: maquillaje de Givenchy, cinturón de Prada, camiseta D&G y zapatos de Zara, "porque hay que saber combinar y no excederse".

Veo fotos y leo algo de la biografía de Alexander Mc Queen. El tio me parece agradable y simpático, pero el tema Gucci no me atrae. Realmente lo que más me interesa de esta noticia son los motivos de su aparente suicidio. Dicen que no soportó la muerte de su madre. Tampoco Antonio Flores. Tampoco yo sabré cuanto me durará el dolor cuando eso suceda. Me trae el pairo qué pasará ahora con la "colección 2010" que Gucci debía presentar en París, Londres o Nueva York; realmente me trae al pairo la Casa Gucci...pero sí imagino a Alexander solo, sintiendo que algo se le desgarró y le arrastró hasta donde su madre habitaba desde hacía una semana.

La segunda idea tiene que ver con los Goya, aunque podrían ser los Oscar, o los César o cualquier otra pasarela del cine. El jueves vi por la Plaza Mayor a un actor joven, creo que hizo de hijo en "Farmacia de Guardia" hace años. Puede que esté nominado en alguna categoría o puede que no; pero si lo estuviera -pensé- ¿que traje se pondría? La entrega de los premios incluye esa alfombra roja o verde, muchos la denominan la pasarela, como en la moda, un lugar donde mucho actor y actriz sobreactúan y aparentemente disfrutan de saberse observados y de lucir la firma del modisto, el collar de no sé quien o el escote de vértigo.

No me gusta que los seres humanos nos excedamos con los juegos de la apariencia social, que aspiremos simplemente a poder ir un día vestidos como las famosas de revista. Conforme pasan mis años las marcas de moda (Prada, Gucci, Versace, D&G, etc) han pasado de ser, para mi, un pequeño juego de ostentación de lo que yo no tenía, ni era (el "juego burgués" de la canción de Evita) a ser otro símbolo de una sociedad decaida y vacía, el envoltorio dorado con que se cubren los cadáveres en la calle.

RAFAEL PLAZA

miércoles, 10 de febrero de 2010

DEL AMOR Y LA PAREJA

Han pasado por mis manos en los últimos días algunas lecturas sobre el amor y la pareja y varias conversaciones con amigos y compañeros de trabajo, de diversas edades, acerca de cómo vivimos el amor y sobre todo cómo vivimos las relaciones de pareja.

En nuestras sociedades, donde tenemos garantizadas, de momento, las necesidades básicas de supervivencia: vivienda, comida, ropa… hay dos temas que suelen consumir la mayor parte de nuestro tiempo, de nuestras conversaciones cotidianas y de nuestras preocupaciones: las relativas al trabajo y las relativas al amor (considerando éste en un sentido amplio: los ligues, la búsqueda de una pareja, la formación de nuestra pequeña familia, los problemas con la pareja, el desamor, y en ese plan).

De esos artículos y conversaciones extraigo las siguientes conclusiones, sujetas lógicamente a cualquier rectificación que venga de la experiencia u otra opinión mejor fundamentada:

Parece coincidir mucha gente que eso que llamamos amor y que nos lleva a formar parejas se compone, en lo esencial, de 5 elementos o factores:

a) cariño (que es ese tipo de sentimiento por el que nos enternece especialmente cuanto acontece en una persona y nos lleva a expresarlo con palabras, gestos y contacto físico)
b) protección (que es esa disposición a evitar el mal y procurar el bien y la seguridad del otro)
c) deseo sexual (que es eso que ya sabemos)
d) orgullo (que es la satisfacción de tener alguien al lado, de compartir la existencia con el otro y ante los demás)
e) admiración (que es atribuir al otro cualidades positivas, virtudes que nos apetece emular, copiar e incorporar a nuestro propio ser)

A partir de ahí lo que sucede es que nos exigimos que esos sentimientos sean exactamente recíprocos e inmutables y, sin embargo, las probabilidades de que sean exactamente recíprocos e inmutables son cero. Veamos por qué:

Por un lado la exigencia de total reciprocidad parte de la falsa idea de la “media naranja”, tontería cruel que bajo distintos nombres interiorizamos de niños a través de los cuentos, las canciones de amor y las películas y que no nos trae más que una visión deformada de la realidad, de la que sólo nacerá más adelante el tormento, el llanto o el sufrimiento de poner en el otro unas expectativas equivocadas. Descubrir que la media naranja no existe, y que ese “alma como la mía” que dice el bolero es solo una fantasía (Luz Casal y Pedro Guerra han hecho una versión en sus últimos discos) forma parte del proceso de desancantamiento del mundo en que hacerse mayor parece, a menudo, consistir.

Por otro, la exigencia o expectativa de la estabilidad es un deseo que nos acompaña en todo lo positivo que vivimos: nos gustaría que la felicidad fuera eterna, que la vida fuera eterna, que nuestro equipo ganara siempre, que la lotería nos tocase cada año, que el bienestar fuera eterno y también, por tanto, que el amor fuera eterno, especialmente aquél amor apasionado que conocimos en la fase de enamoramiento (periodo que Ortega denominó fase de estupidez transitoria).

Y este es el segundo error que, sólo a golpe de discusiones y dolor, aprendemos en la vida: todo en la vida es mutable, todo cambia, todo evoluciona, todo se transforma y, finalmente, todo se extingue… incluida nuestra propia existencia. Toda la vida es puro cambio; ya lo decían los filósofos, los poetas y los cantantes: “cambia, todo cambia”. Nada es estable, todo está sujeto a nuestros cambios internos y externos.

Respecto de los cambios internos, es evidente que todo no se percibe ni se vive igual en todas las edades, es evidente que el propio concepto de amor y el amor en sí no se viven igual a los 20, que a los 30, los 40, los 50 o los 60 años; nada se vive ni se percibe igual con formación previa o sin formación, con pocas experiencias similares previas o con muchas experiencias similares previas, con autocontrol emocional o sin él. Las caricias, las palabras, el sistema de protección del otro que utilicemos, el deseo sexual que el otro nos inspira, el orgullo y la admiración que sentimos no son los mismos en cada momento, sino que lo habitual es que cada cierto tiempo se alteren y modifiquen y los vivamos de un modo diferente: diferente intensidad, diferentes atributos: una misma caricia puede significar “te deseo”, “siento una conexión cósmica a tu lado” “gracias por existir” o “un simple cosquilleo molesto”.

También todo lo externo que ocurre a nuestro alrededor altera la forma en que se vive una relación: si es verano o invierno, si estamos trabajando o en paro, si estamos en nuestra casa o en una ajena, con tus amigos o con los míos, si tenemos hijos o no… todos los cambios del exterior influyen en la forma que cada miembro de la pareja vive el cariño, la protección, el deseo sexual, el orgullo o la admiración.“Todo es a ratos en la vida” me dijo un amigo. A ratos somos más o menos cariñosos, a ratos protegemos más o menos, a ratos deseamos sexualmente más o menos, a ratos estamos orgullosos o no del otro y a ratos le admiramos. A ratos regañamos y a ratos somos cordiales, a ratos deseamos estar juntos y a ratos estar lejos.

Como consecuencia de todos esos cambios la pareja es un proceso permanente de adaptación y ajuste, de negociación y acuerdo, de desacuerdo y alejamiento, de dar y tomar. La vida, nuestra vida individual es, como decía Ortega, un proceso permanente de toma de decisiones: tomamos miles de decisiones cada día, cada día hay que reflexionar y actuar, elegir una alternativa u otra y eso mismo sucede con las parejas: cada cierto tiempo surge un problema, un dilema que requiere tomar una decisión y la decisión que tomemos influirá positiva o negativamente sobre esos 5 elementos o factores: puede incrementar o reducir el cariño, la protección, el deseo, el orgullo o la admiración y puede hacerlo, a su vez, en un sentido distinto a cada miembro de la pareja: lo que a uno le estimula más al otro menos, lo que a ojos de uno te convierte en valiente a ojos del otro te convierte en un villano.

Por eso las parejas son difíciles, no son nunca un proceso sencillo, requieren esfuerzo y aún más cuando faltan referencias sociales que imitar.Con todo ello llego ya a la conclusión.

El paso del tiempo va produciendo cambios internos y externos que condicionan el modo en que vivimos la relación con nuestra pareja, cambios que alteran ese difícil equilibrio recíproco entre los 5 factores: el cariño, la protección, el deseo, el orgullo y la admiración que cada uno siente. Si uno ya no siente casi nada de esos 5 factores lo que hay que hacer es disolver la relación sin perder más tiempo, pero a menudo ocurre que sí, que se sigue sintiendo, pero de un modo bastante desequilibrado: es lo que comúnmente llamamos que uno quiere más que el otro.

Cuando uno tiene la percepción de estar atravesando una etapa de gran desequilibrio en el modo que cada uno vive esos 5 factores de la relación creo que caben 2 soluciones:

a) analizar cual de los 5 factores está más gravemente dañado y tomar decisiones al respecto: transigir y ceder, cambiar, aprender… con el objetivo de volver a estimular el factor que se ha quedado desequilibrado (a menudo es el sexual). En este caso la solución consiste en que no rompemos la pareja en sentido clásico, sino que la conservamos previa cesión de alguna de las partes.

b) aceptar con naturalidad que hay comportamientos del otro (palabras, acciones o pensamientos) que no compartimos y alejarlos de la relación, es decir, tomar de la relación y disfrutar de ella sólo aquello que compartimos y que realmente nos hace sentirnos bien, crecer, mejorar, sin intención de cambiar al otro, porque en realidad nunca cambiamos más que en proporciones muy pequeñas. En este caso la solución significa que no rompemos la pareja, pero sí el modelo habitual de pareja que manteníamos y lo sustituimos por otro tipo de relación, otro tipo de pareja.

Es un error presuponer que sólo existe un tipo de pareja o un tipo de familia. No, no es cierto: existen muchos tipos de pareja, muchos tipos de familia: parejas que se consumen entre sí, amistades amorosas, parejas abiertas, amores paterno-sexuales… (Sócrates tenía sus discípulos jóvenes a los que amaba y enseñaba a la vez) se trata sólo de conservar y cuidar con toda naturalidad aquello positivo que una vez construimos juntos y con toda naturalidad vivir por separado aquello que no compartimos, sin miedo a seguir explorando en el futuro cosas nuevas que nos enriquezcan o nos hagan sentirnos mejores personas. Se trata de vivir la vida con naturalidad y sencillez y aceptar que la relación no es ni va a ser perfecta nunca por lo que no perdamos el tiempo poniendo expectativas erróneas en el otro.

LUIS AZLA

SÍ, YO ESTOY HARTO DE VOSOTROS

Oigo las noticias, habla Leire Pajín, Zapatero, la Cospedal, el de UGT, la Espe y Gallardón, calla Rajoy… escucho en la radio a los contertulios, uno de cada tendencia, se reparten los papeles: dos de izquierdas y uno de derechas, dos de derecha y uno de izquierdas, todos hacen negocio de su personaje, se reparten la tertulias, son los mismos, están en todos los sitios, ¿cuánto les pagarán por decir siempre lo mismo? Estarán orgullosos, son creadores de nuestra opinión… Por la noche esos falsos debates llenos de aplausos, el Jordi, ese de La Noria, ¡joder yo que me crié viendo a Balbín! Me da vergüenza oírles, más aplausos, todos compiten por arrancar un aplauso, la gente aplaude con ganas y grita, todos gritan, todos se enfadan, todo son frases previsibles, nadie tiene intención de alcanzar la verdad, no hay razones, solo provocaciones… Otra vez la Esteban, la gente grita, ella se cree alguien, todos se creen alguien, están en la tele… Doy clase a funcionarios de nuevo ingreso, escucho sus motivaciones, me deprimo, miro a la gente en el metro, sus libros, sus gestos, leo los comentarios en facebook de mis amigos y de los amigos de mis amigos, no entiendo lo que hacen y cuentan yo también escribo y siento algo de placer en hacerlo público y hoy lo que quiero es gritar, vomitar, porque ya no puedo más, porque no sé a donde vamos, porque me apetece bajarme en marcha, encerrarme en mis cosas, quedarme en silencio, hablar con los libros, huir en una canción, dormirme y despertar dentro de un tiempo, seis meses, seis años, quien sabe… estoy harto, sí muy harto…

Estoy harto de ti José Luis Rodríguez Zapatero, que eres el peor Presidente que ha tenido España en los últimos 30 años, una persona que antes de ser Presidente ¡no habías trabajado en nada! solo como diputado, estoy harto de tu simpleza de análisis, de tus vaguerías, de tu sectarismo, de haber roto los consensos de la transición, de haber resucitado la vieja confrontación izquierda-derecha de la guerra civil, de preferir pactar con los partidos antisistema de Cataluña, de Galicia, de Baleares con tal de evitar llegar a acuerdos con el PP, estoy harto de tus mentiras sobre la crisis, de gastar hoy 8.000 millones de euros y tener que recortar mañana gastos por importe de 50.000 millones de euros, de subvencionar a los sindicatos de forma indecente para que mantengan ese ejército de liberados que cobra por no hacer nada, ¡si! ¡por no hacer nada de nada! Estoy harto de que hagáis ideología con la educación de los niños, que os preocupe más construír jóvenes nacionalistas catalanes, vascos o gallegos que personas cultas y capaces para competir en el mundo;

estoy harto de ti Leire Pajín, inculta, falsa, cínica, no entiendes lo que dices y ni siquiera sabes dar la entonación correcta a lo que lees, eres la pura expresión de la generación LOGSE y da vergüenza ajena escucharte;

estoy harto de ti Carme Chacón, de que incendiarais el país con el no a la guerra y luego mandéis misiones de paz a Afganistan, donde ya han muerto más españoles que en Irak;

estoy harto de ti María Teresa Fernández de la Vega, de tu enfado permanente, de lo mal que lees los papeles en las ruedas de prensa,

estoy harto de ti Bibiana Aido tan insensata que caminas con soltura y seguridad ante la prensa y te quedas tan ancha cuando dices que un feto no es una persona,

estoy harto de ti José Bono que eres más pesao que todos esos curas que tanto criticas, me importa tres pitos si tomas la comunión o si te la quitan, anda y cuéntale ese tostón a tu confesor y déjanos en paz…

estoy harto de ti Mariano Rajoy, que no tienes carácter para mandar e imponerte ni a los tuyos, te definió muy bien José María García: "eres un tío que no mancha por donde pasa, pero tampoco limpias", estoy harto de tus dudas, de tus silencios, de que no eches del partido a todos los sinvergüenzas que tienes dentro: a los corruptos, a los espías, ¡sí! tú sabes que todo es cierto y no tienes el coraje de limpiarlo, sólo de ocultarlo y procurar que no os salpique a todos;

estoy harto de ti Dolores de Cospedal, yo estoy a favor de la energía nuclear y no me da vergüenza decirlo ¿y tu? ¿estas a favor o en contra? Decidlo claro, no mintáis más, defended con valor aquello en lo que creáis sin tanto cálculo, decidle de una vez a la gente la verdad de vuestras opiniones; pero no, no lo hacéis, os avergonzáis de vosotros mismos;

estoy harto de ti Esperanza Aguirre, la falsa liberal, que odia a los funcionarios quizá porque tú misma fuiste una funcionaria de segunda categoría, ¿no sabías que López Viejo era un corrupto? ¡Vamos anda! ¿de qué vas? Lo sabía toda la Comunidad de Madrid y durante años le dejaste contratar y contratar empresas, eres tan sectaria como los socialistas y de liberal no tienes nada: sólo buscas personas de tu bando, “de los nuestros” es la frase que utilizáis y los vuestros no son los liberales, ni los buenos profesionales, ni los de derechas, ni los del PP, sino sólo los de tu facción conspirativa;

estoy harto de ti Ruiz Gallardón, de tu risa tonta, de tu despilfarro ¿sabías que gestionar como tu lo haces es lo más fácil del mundo? Endeudar, gastar, endeudar, gastar, endeudar, gastar… eso no es ser un buen gestor así que no presumas de profesional, porque solo eres un engreido que utiliza la moral para ocultar su envanecimiento infantil…

estoy harto de todos vosotros y de muchos más, mi vómito tiene más arcadas y las iré dejando caer cada día hasta que me sienta limpio de todos vosotros.

LUIS AZLA